Canción americana
I
Hablo a ti, mujer de América,
Animal con alma de noche y mirada de luna en celo,
Hembra hecha de tierra, hierbabuena, entraña y miel,
De pasos livianos como de arena y sombra,
Mujer de risa como estallido de guitarras o estrellas,
Pechos con la dureza de la almendra y la delicia del anís.
Hablo a ti, mujer de América.
Hembra descalza como lluvia caminando sobre mar.
He olvidado la lengua exacta
Para tu nombre no menos exacto.
Palabras borradas de la tierra por los perros y la fiebre,
Palabras borradas de la memoria por la cruz y el hierro.
Tras esa lengua antigua como el fuego,
Se esconden nuestros dioses y calendarios,
Que acechan desde el abismo.
Mujer de América,
Permite que te hable en otra lengua,
Escriba tu otro nombre sobre tierra americana.
Cinco siglos después
Las carabelas navegan sin rumbo y compás
Por océanos equivocados,
Asombradas de lo que siempre existirá.
La única ruta que conozco
Es la piel de mi mujer al anochecer,
La ruta que conduce a la verdadera, dulce América.
II
Luna persa, llena de sándalo y miel,
Oculta tras la sombra el tesoro de sus ruiseñores.
Luna española, roja y caliente
Como sangre y canto de guitarras o espadas.
Luna árabe, indescifrable y oscuro tapiz,
Que en el transcurso de la noche que es una y mil,
Escribe el mágico libro que agota la eternidad.
Luna india, de raza antigua y palabras olvidadas,
Amarilla de tigres de oro y ríos de hombres muertos,
Que encienden lámparas de aceite entre la ciénaga y el maizal.
Todas lunas,
Pero ninguna tan ajena al verso como esta luna.
Luna americana, el olor puro de la tinta y la caoba,
La mujer presta al amor y la leña al incendio.
Luna de mi América, de mi vasta América,
Metáfora inalcanzable como potros salvajes
Desatados al fin, en la llanura, el sueño o la muerte.
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