Justificaciones
Cada noche veo miles de rostros fatigados por la jornada,
Tristes y solitarios como hojas secas en la hierba,
También como trenes dejando su larga estela gris en la nada.
Miles de hombres contando monedas para regresar a casa,
Con los ojos muertos y sin alma.
¿Qué impide al mundo desplomarse
Durante esas horas oscuras en que nada importa?
Aseguran las páginas de Berkeley
Que cada suceso existe porque alguien o algo así lo quieren.
Lo veo de este modo:
Una mujer sirve un plato de sopa caliente
Justificando la jornada y fatiga de cualquier hombre.
La página señalada de una novela
Apura y espera la llegada de su anónimo lector,
Cansado de revisar facturas que no le interesan.
También hay un espejo que espera por alguien para existir,
Una casa que es tiniebla y que quiere que sus luces sean encendidas,
Un reloj de pared que mide el tiempo de los ausentes.
Sin conocer a Berkeley, cuando era niño
Apostaba con mi abuela por cuál calle iba a llegar mi mamá.
Era un modo mágico de asegurar su regreso.
Si es cierto que la imaginación es el paso intermedio
Entre lo imposible y lo que puede suceder,
Hay alguien o algo en cada esquina del extraño mundo
Justificando el laberinto de nuestros pasos.
Los libros que compro y nunca leo,
Las paredes de mi cuarto y mi perro aún dormido,
Los poemas que escribo y los que no,
Los fantasmas que me habitan y me comparten.
Son ellos quienes quieren que regrese a casa,
Porque sólo existen cuando yo estoy.
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