LA HIDRA

Las tres formas

Miles de noches pasaron desde entonces,

Como furiosos y pesados bisontes que todo arrasan.

Desapareciendo por completo ciudades con calles y muros.

Los recuerdos se pierden definitivamente como el agua entre el agua.

Las pinturas del museo decoran mi pesadilla.

 

Miles de noches pasaron desde entonces,

Como furiosos y pesados bisontes que todo arrasan.

Solamente me quedan los libros

Y algunas lámparas que me atisban infiernos y paraísos.

Ninguna página, ninguna línea, ninguna letra ha sido olvidada

Escritas sobre piedra con magia o fuego, para siempre y por siempre.

Estos libros perduran sobre el olvido y sus bisontes,

Que con la noche traen la nada y el silencio.

 

Ellos – mis libros-  crecen conmigo.

Quien lee esta página también envejece con ella,

Como mirándose en un espejo o agua.

Cada vez que abro sus páginas han cambiado:

Ellos dirán lo mismo de su incierto lector.

 

Un hombre de agua lee un libro en una biblioteca,

Ambos hechos de agua también.

No saben –y es mejor que no lo sepan-

Que proceden de un mismo río, de un mismo mar.

Palpitan con la callada respiración del Señor

Que no ve tres formas distintas –el lector, el libro, la biblioteca-

Sino un único ser de una geometría imperceptible.

 

Animal destinado, condenado a la eternidad.

Aspiro a ser una letra más –sólo una letra más-

Del Libro que en su última página encuentra la primera.

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