LA HIDRA

Señales

 

Los cambios nunca suceden de repente,

Sino a pasos diminutos, casi sin huellas,

Como una lluvia que no se decide a tempestad.

 

Las señales son tantas y tan obvias

Que nadie entiende el mensaje a tiempo.

Hay un edificio en vez del parque donde jugábamos.

Los amigos de antes no viven en las mismas casas.

Y muchos no contestan al teléfono ni a nuestras cartas.

Después de la muerte de los abuelos,

Las reuniones familiares son menos frecuentes.

El rostro de ese primer amor es un rastro borroso,

Como de niebla, arena o de cualquiera.

Los odios y venganzas ya no significan nada

Como ajenos inventarios de cosas inútiles.

Hay una casa que en el pasado fue nuestra,

Donde hay un juguete perdido o un recuerdo feliz.

Una pieza musical que ha perdido su magia para siempre.

Los pedazos de una muñeca o una pelota sin aire.

 

Una voz antes amada regresa a la memoria sin rostro.

Cuando miramos sin curiosidad nuestro rostro

En fotos y espejos, porque lo sabemos definitivo.

También esa rara nostalgia que a nada sabemos atribuir,

Y parece provenir de la memoria de un muerto.

Son tantas las señales y tan variadas sus formas,

Que sorprende cuán tarde descubrimos

Que el mundo nos ha dejado

A la deriva de nosotros mismos.

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